El máster de psicología social de la Universidad Complutense presentó la conferencia “La sociología clínica como perspectiva de intervención psicosocial”, el viernes 18 de diciembre de 2020. Ponente profesor Fernando de Yzaguirre, Universidad de Atlántico, sociólogo clínico, doctor en psicología social.
Conferencia disponible: https://youtu.be/6jAjzvDnSv4
Extracto del artículo GAULEJAC & YZAGUIRRE. «Sociología clínica y emancipación del sujeto». En Álvaro Estramiana: La interacción social. Escritos homenaje a José Ramón Torregrosa. pp. 251-270, Centro de Investigaciones Sociológicas, Madrid, 2018:
Introducción. El sentido de la acción social
Explorar las opciones epistemológicas y teóricas a las que se adhiere la sociología clínica, requiere hacer previamente un recorrido, siquiera breve, por la historia de las ciencias sociales, el papel que se ha concedido a los procesos de subjetivación, la relación entre investigador e investigado y la superación de barreras entre sociología, psicología y otras disciplinas.
Las preocupaciones por los procesos de subjetivación han interesado desde siempre a los sociólogos, de muy diversas maneras. “Comprender” y “dar voz” al sujeto, fue el propósito de Pierre Bourdieu (1999) en “La miseria del mundo”, conectando estructura, relaciones dialéticas y vida cotidiana; sumergiéndose en el estudio del sujeto y sus relaciones con los fenómenos sociales. Marcel Mauss, discípulo y sobrino de Émile Durkheim, consideró que los fenómenos sociales eran a la vez psicológicos y sociológicos, y abogó por una sociología psicológica. George Simmel, relacionó acciones psíquicas y acción recíproca entre individuos y grupos. Alain Touraine, por su parte, resaltó la importancia del actor y del “sujeto histórico”, enfocándose en una sociología del sujeto, definido este como la voluntad de construirse como un actor. El sentipensante Fals Borda (1979), se preocupó por la disminución de las diferencias entre el sujeto y el objeto de la investigación desde la IAP. Eugène Enriquez, habló del análisis clínico en las ciencias humanas, y Anthony Giddens (1987: 165), de la “inmersión” en una forma de vida para entender la actividad social precisa. Berger y Luckmann, dan cuenta de la construcción de la realidad apoyándose en los procesos subjetivos, así como en presupuestos socio-psicológicos y Zygmunt Bauman (2014: 40), por su parte, reivindica la “indomable e irreductible… subjetividad humana”.
Max Weber situó al sentido subjetivo de la conducta humana, como elemento clave de la acción social, que, para él, es el objeto mismo de la sociología, lo que resulta un antecedente esencial que enlaza con la sociología clínica (Yzaguirre, 2018). Y al tratar de definir la religión como un tipo de acción comunitaria, resaltó que sólo es posible su comprensión “partiendo de las vivencias, representaciones y fines subjetivos del individuo -esto es, a partir del sentido-” (Weber, 1964: 5, 327).
Por su parte, Émile Durkheim (1912), mostró los nexos entre psiquismo individual, psiquismo colectivo y vida social en “Las formas elementales de la vida religiosa”, donde habló de los elementos subjetivos contenidos en las representaciones colectivas, de los sentimientos así como de las emociones. En otro texto, llegó a decir: “El estudio de los fenómenos sociológicos-psíquicos no es un simple anexo de la sociología; es su misma esencia”, citado por Bernard Lahire (2005: 152), quien defiende la pertinencia de una “sociología psicológica” (ibíd.: 154). En “Las reglas del método sociológico”, Durkheim reconoció que “como hemos demostrado, es indiscutible que los hechos sociales están producidos por una elaboración sui generis de hechos psíquicos… Una cultura psicológica… constituye pues para el sociólogo una propedéutica necesaria” (Durkheim, 2001: 165).
En cuanto a Karl Marx, en sus manuscritos de juventud, abordó el tema del individualismo y la subjetividad. Allí, señaló: “El hombre, en tanto que ser objetivo y sensible, es un ser que sufre, y como siente que sufre, es un ser apasionado. La pasión es la fuerza esencial del hombre que tiende enérgicamente hacia su objeto” (Marx, 1844: M3, p. XXVII). Más adelante, critica el comunismo primario, o tosco, que “niega la personalidad del hombre en cada esfera” y luego, añade, que de la riqueza objetivamente desarrollada parte “la riqueza de la sensibilidad humana subjetiva”, base para los “sentidos capaces de goces humanos, que se afirman como fuerzas esenciales humanas” (Marx, 1844: M3, p. XXXIX). Marx no resta importancia a la individualidad, pero quiere emanciparla de la alienación capitalista para que sea una individualidad completa. El tipo de individualismo que defiende Marx es social e histórico, lo que Philippe Corcuff (2005) denomina un “individualismo relacional”.
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